REDUNDANCIA: COMO LOS NAVY SEALS SE PREPARAN PARA GANAR

Entre los Navy Seals hay un dicho que se oye con frecuencia: Dos es uno y uno es cero. Se refieren a que no llevar equipamiento esencial de repuesto es como no llevar nada, si te falla el principal, no tienes nada, cero.

Redundancia, seguro que oyendo el término te viene a la cabeza la acepción de algo inútil o repetitivo, que no aporta nada (húmeda agua, oscura noche, bla bla blá, bla bla blá). Pero yo me refiero al uso del término como sinónimo de margen de seguridad o, como dicen en el mundo náutico, de respeto.

Llevar dos radios a bordo sería redundante para un consultor en eficiencia de Sucker & Sucker Inc., pero te puede salvar la vida.

La naturaleza, que es mucho más lista que Sucker & Sucker, tampoco juega con fuego, por eso ha hecho redundantes aquellas partes del cuerpo humano que, siendo vitales, no consumen mucha energía, como los pulmones, los riñones o los testículos.

Pero nosotros queremos exprimir la productividad al máximo, colectiva y personalmente, por eso hacemos aeropuertos que prácticamente funcionan al límite de su capacidad en cuanto se terminan.

Por eso los hospitales de las grandes ciudades están casi siempre llenos, porque se conciben para operar a un 85% de su capacidad en condiciones normales, pero se colapsan cuando ocurre un evento extraordinario o hay un pico de urgencias.

En lo colectivo puede tener sentido no sobre-dimensionar infraestructuras, pero en lo personal, la falta de redundancia genera muchos de nuestros problemas.

Financieramente, el ahorro es redundante. Tener una reserva del equivalente de seis meses o un año de ingresos para amortiguar una mala época, parece redundante (¿para qué? La tela está muerta de risa en el banco), pero si la situación se da, puede ser como la segunda radio de a bordo.

Ir con tiempo de sobra a nuestras citas es redundante, la mayoría de las veces probablemente tengas que esperar hasta la hora acordada. Pero da una tranquilidad enorme y, sobre todo, desarrolla una actitud de pausa que revierte positivamente en la forma de vivir la vida y mejora nuestra capacidad para tomar decisiones. Ser como un Oso Yogui correteando de aquí para allá y gimoteando ¨¡oh, cielos, oh cielos! ¡llego tarde! hace imposible desarrollar una personalidad calmada y el aplomo necesario para actuar como nosotros queremos, y no reactivamente a lo que nos sucede.

Siempre y cuando lo podamos pagar y no limite nuestra capacidad de ahorro, un vehículo un poco más grande y un poco más potente de lo que en principio necesitamos puede parecer innecesario, pero nos da margen de maniobra para ese día que necesitamos más espacio y, sobre todo, más seguridad en una situación delicada en la carretera. Puede que la mayoría de los días te preguntes que para qué tienes un coche tan grande y potente, pero ese día que entrando en la autopista evitas un accidente pisando el acelerador a fondo y saliendo como un sputnik con el cerebro estrujado a cinco atmósferas en la parte posterior del cráneo, ese día, no te lo preguntas.

Puede que a ti estos ejemplos no te impresionen demasiado, incluso hasta que te parezcan una memez. De acuerdo, pero te invito a pensar en qué parcelas de tu vida necesitas introducir un poco de redundancia. Hazte de una segunda radio.

 

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